La intuición, ampliablemente marginada y estigmatizada por la ciencia en general por largo tiempo, hoy por hoy se vuelve un vector importante de aproximación y sensibilidad intelectual, necesaria para la comprensión de la vida cotidiana en tiempos vertiginosos y de incesante cambio. Esta nueva orientación, principalmente incorporada desde las ciencias sociales, nos va demostrar que el conocimiento intuitivo y el conocimiento racional, no necesariamente deben ser vistos de manera antagónica o de rechazo, sino que deben ser comprendidos a manera de fusión como aspectos complementarios e inexcusables para el estudio de nuestra realidad sociocultural.
De manera individual, el pensamiento racional se caracteriza por ser lineal, fijo y analítico. Pertenece a la esfera del intelecto, cuya función es diferenciar, medir y catalogar, y por ello tiende a ser fragmentario. Por otra parte, el conocimiento intuitivo, se basa en la experiencia directa con la realidad la cual tiende a ser discontinua, divergente y holística.De esta forma, parafraseando al sociólogo francés Michel Maffesoli, la intuición no debe ser entendida como una simple cualidad psicológica. La intuición es participe privilegiada de un inconsciente o imaginario colectivo, el cual tiene como esencia un saber agregado que se preocupa de la subjetivad y de lo relativo; donde el bien y el mal, lo verdadero y lo falso están en una constante participación mística. Esta particular manera de comprender la cotidianidad contemporánea incorporando la intuición va a ser designada con el nombre de “Razón sensible”.
Esta Razón sensible va a ser una nueva condición de aproximarse desde la razón y los sentidos a la realidad social en su más fluida complejidad, donde el azar, lo incierto, la emoción, la alegría, lo trágico la pasión, el conflicto, el sufrimiento, el ocio, lo orgiástico, o sea, todo lo “real” que nos entrega la vida cotidiana, mediante la fusión y efervescencia de lo social, muchas veces construida de manera subterránea, va a ser tomada en consideración como fenómenos demasiadamente importantes para dejar al olvido.Así, a diferencia del paradigma racionalista, marcado por aquel saber duro impuesto, establecido y dominante; la razón sensible va a tener un carácter eminentemente holista, pretendiendo comprender los fenómenos y las representaciones, sin excluir la vivencia ni la emoción, sino que considerando todas las situaciones efímeras, equivocas y oscuras propias de un mundo imperfecto pero no por eso menos válido de ser develado.
En conclusión, recordando a Maffesoli, cuando en la actualidad la inseguridad se hace manifiesta mediante la incertidumbre generalizada, sea cual fuere: ideológica, religiosa, institucional, política, es quizá cuando más hace falta saberse fiar de esta sabiduría alternativa, capaz de pensar, aprehender, interpretar y comprender un mundo vertiginoso, ya que esta “sabe”, gracias a un saber incorporado, que nada es absoluto, que no hay una verdad general, sino que todas las verdades parciales pueden entrar unas en relación con las otras.
Extraído do blog Luis Alberto Warat, por ele mesmo!
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